Pero definir la culpa como algo negativo o positivo no es tan simple como identificarla a los sentimientos que pueden venir parejos a ella, sino que requiere un análisis mas profundo e individualizado de todos los factores que intervienen.
Y ¿cuándo sentimos culpa? Normalmente cuando rompemos o creemos haber roto ciertas normas o significados tanto personales como sociales, de carácter ético, natural, religioso, sexual, existencial… podemos encontramos ante una culpa causa-efecto, hicimos algo que pensamos que no debíamos haber hecho, o a la inversa, no hicimos algo que creíamos debía haberse hecho y ahora nos sentimos mal, pudiendo ser todo esto algo real o imaginario.
Resulta obvio que todos deseamos evitar el sentimiento de culpabilidad, pues es un sentimiento que nos lleva con facilidad a la tristeza, la vergüenza, la autocompasión, la mala conciencia, los remordimientos, provocando una mezcla de emociones y sentimientos que nos hacen sentir mal y que además se retroalimentan entre sí dificultando su identificación y una superación positiva de los mismos.
Como consecuencia de no querer experimentar lo anterior, se produce un proceso de autoaprendizaje y evitación de lo que nos llevó a ello anteriormente, por ejemplo, si lastimar a alguien nos produce sentimiento de culpa, dicho sentimiento a su vez nos enseñará a no desear lastimar nuevamente a nadie, encontrando aquí un factor positivo propio de las emociones, adaptativo y social.