Queremos controlar en el trabajo, en nuestras relaciones afectivas, ya sean estas de pareja, familiares o de amistad. Vivimos el control como algo natural y cotidiano, pensando que sin él la mayoría de cosas no se llevarían acabo.
“La confianza es el material del que están hechas las grandes relaciones”
Cuando queremos controlar a otra persona, le estamos diciendo; no confío en ti. No creo que tengas las competencias para desarrollar este trabajo solo. Esto siempre genera dos cosas en la otra persona; resistencia o sumisión. Tanto una como otra, no son beneficiosas para construir relaciones saludables, tanto a nivel profesional como personal.
Cuando ejercemos el control, estamos quitando parte de la responsabilidad a la otra persona, y esto hará que pierda el compromiso, ya que no se sentirá valorado, dejando de ser autónomo y proactivo. Esto a su vez, es lo que llamamos profecía auto-cumplida, ya que la persona que ejerce el control ve como sus equipos (por ejemplo en el trabajo) son cada vez menos autónomos y poco dados a tomar decisiones, con lo cual incrementará más todavía el control y así generando una cadena que no parara de retroalimentarse.
El liderazgo efectivo se basa en la confianza. Solo generando un ambiente de confianza podremos hacer equipos de trabajo comprometidos y relaciones sanas y duraderas. Sin confianza no hay relación. La confianza es el material del que están hechas las buenas relaciones.
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El control, es algo ficticio. Algo que nos da una seguridad que no existe, y cuanto más queremos controlar paradójicamente más estamos siendo controlados por nuestro propio control.